School memories

20.11.14

Me acuerdo de muchas cosas de cuando iba al cole, ¡fue la mejor época!

Cuando iba a preescolar, mi percha, como femenina que era, trataba de un dibujito con un tractor rojo. Todo tiene una explicación, y es que era el dibujo que usaba mi primo Marcos en sus años anteriores.

Me acuerdo de las mini mesas. Tenían forma de quesitos y estaban colocadas en círculo. Cada circulo de mesas éramos un color, ¡y la mía era la que más molaba!

Poníamos pegatinas cuando faltaba alguien o dependiendo del tiempo que hacía.

Me acuerdo del punzón y de la bronca de la profesora si clavabas demasiado junto que rompías el dibujo...

Me acuerdo de mi rincón preferido de la clase: ¡el de las cocinitas! Lleno de comida de plástico diferente y muy cuqui. Las comiditas de mi clase eran mucho mejores que las de la clase de al lado, ¡chincha!

Me acuerdo de los zancos hechos con latas de conservas y las carreras que nos metíamos sin matarnos. Además de la caja con forma de come cocos, donde lanzábamos pelotas para encestarlas dentro de su boca.

Me acuerdo del rincón de cuentos, siempre vacío. Y de la alfombra para dormir la siesta. A veces me hacía la dormida aunque la profesora hubiese terminado de leer el cuento, porque así, cuando todos volvían a hacer deberes, yo seguía tumbada descansando.

Me acuerdo del comedor en esa época. Las bandejas no existían y todo iba con platos (primero y segundo). ¿Qué pasaba? Pues que cuando uno terminaba, se iba y dejaba su plato ahí, todos intercambiábamos corriendo el plato vacío del que se había ido, por el lleno nuestro.

¡Y cuando empecé a aprender a leer con el Micho! Leía a toda pastilla pero solo haciendo el ruido de cada letra, ¡era la risa!
O de los deberes de clase. Después hacíamos un cuaderno con todas las fichas de deberes que habíamos hecho. Hace poco encontré uno y ¡desastre total! A lo mejor la ficha consistía en hacer un punto y una pequeña línea recta hacia abajo, y mis líneas estaban en todas direcciones.

Me acuerdo de la casita de Blancanieves y los enanitos que teníamos en el patio. Más tarde las figuras desaparecieron pero la casa siguió ahí. ¡Ay, qué aventuras!

O de cuando los profesores se ponían de acuerdo y nos pasábamos la tarde en la playa jugando (estaba a un paso).

Me acuerdo de sacar arena en el suelo del patio y llenar las bolsas de los almuerzos de ella. Luego hacíamos que teníamos una tienda y las vendíamos.

También me acuerdo de cuando llegaban las 5pm, ¡fin del cole! y me ponía el babi atado solo con el botón de arriba y saltaba las escaleras de tres en tres creyéndome Superman.

De mi seño Ascensión. Y de su hijo Tommy, que me invitaba a sus cumples.

Y sobre todo me acuerdo del triciclo rojo. Era EL JUGUETE. Sólo lo bajaban cuando nos portábamos muy muy muy bien y habíamos hecho todos los deberes. Lo mejor era cuando todos seguían haciéndolos y tú te paseabas con el triciclo como si fueses el Rey de la clase.

Además, me acuerdo de que la pared de mi clase (por fuera) era la Calle Chicle. Toda la gente que tenía un chicle, en vez de tirarlo, lo pegaba ahí. ¡Molaba mucho! Hace poco descubrí que hay una calle en Seattle que es así. ¡Teníamos estilo!

Pero sobre todo sobre todo, me acuerdo de los disfraces de carnaval... todos vestidos de ovejas con bolitas de algodón, o de flores las chicas y los chicos de margaritas... ¡vaya pintas!


I want to come back!


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