Meeting again

30.9.14

Desde que era pequeña siempre he estado apuntada a algún deporte. Empecé con gimnasia rítmica, que lo dejé porque era demasiado pijolis para mí; seguí con taekwondo, que me encantaba y aguanté hasta el momento crítico de bachiller; y compaginé con mi enamoramiento al tenis. 
Recuerdo mi primera clase de tenis con 6 o 7 años. Iba con mi amigo Jose Carlos y el profesor me caía fatal. Así que decidí cambiarme de clases y acabé con mi entrenador Julio, al que aún echo de menos.
Esos años fueron los mejores. Primero empezamos en clase con bastantes niños (aún recuerdo al torbellino de Isaac, que no era capaz ni de estarse quieto al intentar darle a la pelota -lo acabó dejando-) y, más tarde, Julio decidió entrenarnos por separado a dos amigas y a mí. Además de los dos turnos semanales, añadía una hora más después de la clase normal para formarnos.
Gracias a esas clases conseguí mi esguince de tobillo y muchos pelotazos por hacer mal las cosas. 
Estuvimos compitiendo un tiempo, gané a la primera de Murcia en ese entonces y me di cuenta de que competir no era para mí. En esas edades, aún no existen los jueces de línea y los puntos los cantabas tú con tu contrincante. ¿Qué problema había? Pues que los contrincantes solían ser muy tramposos y los padres más aún... así que, ¡demuestra tú que hacían trampa!
Mi padre siempre se quedaba mirando cómo jugaba durante todas las clases y me felicitaba por mi trabajo. Cuando veía tenis en la tv me decía: "Esa podrías haber sido tú!"
El caso es que tiempo después, Julio tuvo que dejar de entrenarnos y decidí dejar el tenis.
Ahora he tenido la oportunidad de volver a ponerme a ello y ¡qué placer! Sabía que lo echaba de menos pero no tanto... Y lo que más me gusta es recordar cada palabra y consejo que me decían Julio y mi padre antes de dar a la pelota y llevarlo a cabo.


¡Hoy me siento supersatisfecha y feliz!  

You Might Also Like

1 garabatos